Ello porque a nivel psicológico y existencial, estamos
condicionados por una forma de construir la vida, en la que es imposible
escapar de los límites de la propia subjetividad. En efecto, todos los hechos
del existir, incluso el de ser nosotros mismos, no podemos vivirlos más allá de
la tensión existente entre el oscuro ámbito de las experiencias inacabadas o
postergadas, la idea que tenemos acerca de cómo
somos y la idea respecto a cómo
queremos ser. Tensión que nos mantendrá en una contante pugna entre
eliminar o ignorar todo lo negativo, desagradable o incompleto y acercarnos al
máximo a lo que soñamos ser.
Pero hay más. Sí a esta tensión, agregamos el
hecho de que socialmente estamos obligados tanto a reprimir unas energías como
a desarrollar otras -las más de las veces referidas a expectativas ajenas a
nosotros- es más que claro dónde tienen su fuente, nuestros descontentos y susceptibilidades
vitales. Ese andar poco sereno, in-objetivo en el que podemos llegar incluso a
no saber qué somos; fundamentalmente por tener solo una noción comparativa, no
sustantiva, de nosotros mismos.
Pues bien, este estar pendiente de lo cotizable que seamos -o bien por lo que deseamos ser y no somos, o por lo que nos exigen ser- siempre quedará evidenciado por nuestras conductas mentales, emocionales y operativas. Las conductas de nuestra comunicación, de nuestras palabras. No por tener necesariamente un problema, sino por ser simplemente humanos, criaturas que para hallarse con los otros o con sí mismos, deben primero perderse. En el fondo, patéticos y adorables, no podemos escapar del paradójico imperio de las palabras. De ahí la necesidad y la llamada a transparentar más y más lo que haya detrás de las mismas.
Mi dirección electrónica: mbelorz2@gmail.es
ResponderEliminar(Con cierta ironía y un punto de humor)
Siendo que "lo que seamos, o bien lo que deseamos ser y no somos, o lo que nos exigen ser, siempre va a quedar evidenciado por nuestras conductas mentales, emocionales y operativas", cabe concluir "patéticos y adorables" que: -al menos- siempre sinceros con nosotros mismos, nos dejemos revelar lo bastante para llegar a encontrarnos -consigo mismo y con los demás-, "a través del paradójico imperio de las palabras" y del, no tan paradójico, silencio.
El punto de humor -si aquí cave- va en torno a lo que un político "con oficio" diria sobre el tema: "Si se me ha entendido, es que no me he explicado bien..."
Me gusta como cruzas paradoja y no-paradoja, palabras y silencio. En definitiva, porque como decía hace tiempo en otra publicación, las palabras tienen su corazón en el silencio... por eso cuando este falta, se convierten en ruido.
ResponderEliminarUn saludo cordial MMBE.