Seguramente diríamos que en medio de todo proyecto, cualquier
cuestionamiento significaría una perturbación. Por tanto, algo a evitar si
realmente queremos seguir adelante con lo que nos hemos propuesto. Sin embargo,
si recordamos que según la PNL ´todos contamos con los recursos necesarios para
realizar los cambios deseados`, podremos comprender que las cosas no son así.
En efecto, si tenemos en cuenta que una vez instalados en el
umbral de lo que creemos y deseamos como mejor, el cambio comienza a operarse
por sí mismo, de dentro hacia afuera, retroalimentándose en ello, aceptación,
recursos y confianza, es fácil ver que todo empeño mejorará en tanto y en
cuanto lo hagamos revisable.´El esfuerzo positivo
de una persona se mantiene constante mientras el valor y la adecuación de la
conducta interna y/o externa sean cuestionados`, reza la PNL. Es decir, no hay progreso sin revisión. O lo que
es lo mismo, que todo cambio, en el momento de su consecución requerirá hacer las preguntas adecuadas.
Preguntas que como problematizadoras, deberán tener en
cuenta dos cosas. Primero, evitar ser absorbidos por la negatividad propia de
la ansiedad por lo que viene, por lo que desconocemos. Negatividad que enrocada
solo en la experiencia de lo limitante puede terminar por ahogar el cambio
vislumbrado. Segundo, apostar por la positividad. Positividad que cimentada en
el deseo que moviliza el esfuerzo, nos llevará a hacer cuestionamientos
realistas, pero no paralizadores. Lúcidos, pero no derrotistas.
¿Lo que estoy haciendo es lo mejor que puedo hacer? ¿De qué
forma puedo superar esta o aquella dificultad? ¿Cómo puedo mejorar lo que ya
estoy realizando? ¿De qué otra forma podría desarrollar esto para que el
resultado sea más sano y se ajuste mejor a mi deseo? Se tratará en definitiva,
de aprender a problematizar inteligentemente nuestro esfuerzo ¿Cómo? Recurriendo
fundamentalmente, a la hora de chequear el propio afán, a la dimensión ´deseante`
antes que a la ´limitante`.