sábado, 7 de febrero de 2015

Dime “¿qué dices?” y te diré “como piensas y sientes”. Metamodelo (II)

Como toda modalidad terapéutica, para la PNL es clave determinar qué se mueve tras nuestras habituales formas de comunicación. Sea que con éstas nos dirijamos a otros, escuchando y aportando, o que nos dirijamos a nosotros mismos desde el diálogo interior. Esto porque en toda forma de entender y entendernos, comprender y comprendernos (formas siempre necesitadas de lenguaje), procedemos desde unas estrategias o modalidades que, sí son observadas, pueden arrojar elementos significativos acerca de lo que realmente sucede por detrás de lo expresado. Es decir, pueden indicarnos las fuentes rutinarias y no-conscientes del descontento o el bienestar propio y ajeno.

En efecto, todo lenguaje: primero pensado, luego hablado o escrito, contiene siempre dos significados. Como representación interior vinculada a una determinada experiencia psico-sensible: Experiencia Primaria (EP) y como comunicación verbal externa y aprendida: Experiencia Secundaria (ES). Pues bien, la vinculación de estos significados, es la que precisamente se constituirá en la fuente de limitación o ayuda, descontento o bienestar a los que apuntamos. Ello en cuanto la ES, hablada o escrita, mejor refleje la EP, la inmediata al acontecimiento. Al respecto, tres son las herramientas o claves determinadas por la PNL para verificar cómo esta relación puede enturbiarse o violarse, es decir, no reflejar adecuadamente la vinculación entre EP y ES. Esos mecanismos son:
   a) Generalización: en ella, por medio de cuantificaciones y presuposiciones, elementos de la EP llegan a representar en la ES categorías totales, absolutas.
   b) Eliminación: en este caso, prestando atención selectiva a ciertas dimensiones de la EP, al tiempo que otras son excluidas, la ES reduce los acontecimientos a dimensiones manejables.
   c) Distorsión: aquí, a través de lecturas mentales y perdidas de concreción, la ES hace cambios profundos sobre la experiencia sensorial correspondiente a la EP.

Un ejercicio quizá ayude a ver cuáles son las estrategias desde las que pensamos y comunicamos. Suponiendo una EP conflictiva cualquiera, luego, al tener que expresarla, lo haremos según los mecanismos anteriores. De este modo podremos ver cómo la ES, lo narrado, al no terminar de reflejar adecuadamente lo sucedido, puede producir posibilidades mental-emocionales que van desde la evasión a la más dura de las frustraciones.
Experiencia Primaria: Un perro muerde a un niño de cuatro años. Su padre, para quitarle el pavor intentará paulatinamente acercarlo a otros perros…
Experiencia Secundaria: Ya adulto, aquel niño, podría narrar aquella experiencia así.
   - desde la Generalización: -:¡Es que todos los perros muerden… por eso huyo de su presencia!
   - desde la Eliminación: -: ¡Mi padre me enseñó a enfrentar los miedos. Desde entonces, nada ni nadie me paraliza!
   - desde la Distorsión: -: ¡Es que aquella mordida fue anticipo de los conflictos que mi padre no me ayudó a resolver!

Tengamos en cuenta que el ejemplo no está dado para hacer conjeturas, sino para entender sumariamente de qué hablamos. ¿Nos animamos entonces a incursionar en nuestras formas ´de
decir`… y ´de pensar`.
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