Contaba una joven religiosa que muy agobiada fue a consultar a su acompañante espiritual: "Mire, padre, estoy muy preocupada. Es que, cuando estoy mejor en la capilla, es cuando no hago nada, ni pienso en nada; simplemente estoy". El sacerdote sonrió: "No se preocupe, hermana, acaba de descubrir el silencio". La religiosa no se fue muy convencida. ¿Cómo podía alcanzar aquella paz interior sin pensar, reflexionar, sin leer algo? Y sin embargo, estando así simplemente, saboreaba una quietud y una alegría que nunca hasta entonces había disfrutado.
Otra, sacada de unos magníficos versos de Benedetti:
Que espléndida laguna es el silencio
allá en la orilla una campana espera
pero nadie se anima a hundir un remo
en el espejo de las aguas quietas.
Y la última, la del dinamismo que transmite Ana María Schlüter -religiosa, filósofa y maestra zen- cuando dice que: "el silencio es regresar a casa". Una invitación a liberarnos de todo lo que no somos ni nos deja ser. De ahí el temor al silencio mismo; fundamentalmente por identificarlo con la soledad y el vacío, cuando en realidad se trata de una soledad acompañada y de un vacío lleno de posibilidades.
Esperamos que los tres aportes os gusten y sobre todo os ayuden con vuestro silencio.
Quedamos como siempre a vuestra disposición, llamadnos o escribidnos.
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Os dejamos un saludo cordial.