Solemos creer que comunicar está relacionado con hablar, con
transmitir un mensaje a través de un determinado lenguaje. Sin embargo, cuando
la PNL postula que el significado de la
comunicación está relacionado con el resultado de la misma, o lo que es lo
mismo, que el resultado de la
comunicación es la respuesta que obtenemos, nos está advirtiendo de lo errónea
que puede llegar a ser dicha creencia.
En efecto, aunque hablar hablamos todos (de hecho desde que
hemos aprendido a hacerlo difícilmente callamos), muy pocas veces comunicamos
en el sentido propuesto. Algo que por otra parte toca con un hecho paradójico. ¿CuáL? Pues que la comunicación interhumana viene a cotizar en baja, precisamente cuando más la
comprendemos como fenómeno y a la par existen unos medios a su servicio, inimaginables
hace años.
Las razones de esta contradicción son complejas. Yendo desde
lo insuficiente que puede ser el lenguaje en cuanto instrumento, a que las necesidades
a comunicar de época en época van mutando. Pero pasando sobre todo, por el
hecho de que cuando dos o más se encuentran, el contacto es siempre tangencial
o secundario. Lo que allí se expresa son formas e imágenes prestadas,
proyecciones más de lo que se quiere ser que de lo que realmente se es.
De ahí la necesidad de preguntarse siempre qué es lo que se comunica, cómo es la interacción que establecemos y
cuánto queda por comunicar, o en todo
caso por diferir o aparcar. No se trata de ´soltar` sin más lo pensado en aras de la sinceridad o espontaneidad (las más de las veces suele ser mortal decir lo primero que se nos ocurre), sino de
ser previamente conscientes del mensaje que queremos transmitir, su finalidad y
el resultado que esperamos obtener. Un cálculo que no tiene nada que ver con ser menos veraces u honestos.
Tener presentes estas preguntas nos permitirá ser más claros
al expresarnos, a la vez que auténticos en cuanto a comprender que nos mueve a
decir tal o cual. Condiciones necesarias para poder después evaluar todo el proceso comunicativo, ver adecuadamente sus defectos o aciertos y acompasarnos con sus efectos emocionales. En
definitiva, para capitalizarlo ante comunicaciones futuras, similares o nuevas.
El secreto de que en la comunicación no haya errores, sino
resultados, depende de aprender a poner entre paréntesis ´lo que pensamos` y ´como lo
expresamos`.