La semana pasada hablábamos de los accesos por donde entra
todo aquello que mueve el mundo de lo mental. Accesos, decíamos, que
no son otros que nuestros sentidos de siempre: la vista, el oído, el gusto, el olfato
y el tacto o kinestesia. De este modo, las personas nos activamos intelectual,
emocional y operativamente a partir de los estímulos, que a través o merced a
dichos sentidos, tocan nuestra capacidad neurológica. Por eso, sacando de
nuestra consideración al gusto y al olfato, o mejor dicho sumándolos al tacto y
haciendo con él un todo, al momento de percibir y comenzar a asentarnos en la
realidad, podemos decir que somos visuales, auditivos o kinestésicos.
Pues bien, este ser -o mejor aún- desarrollarnos y
vincularnos, desde un determinado empleo de los sentidos, es lo que
técnicamente la PNL relaciona con lo que ella misma denomina Sistemas Representacionales.
En sí, nuestras particulares maneras de ver y objetivar el mundo. Unas maneras
cuyas características generales en parte enunciamos, pero sobre las que
deberíamos volver. Fundamentalmente por dos razones:
1º Advertir que los Sistemas en cuestión son aproximativos respecto
a detectar cómo los seres humanos construimos nuestros objetos mentales o de
conciencia. Por eso, siempre deben ponerse en relación con las aportaciones que
el Metamodelo pnlista -la otra gran aportación de este modelo de intervención-
brinda a la hora de analizar cómo hablamos. Son las dos herramientas,
utilizadas conjuntadamente, las que nos permitirán radiografiar mejor toda
forma de comunicación.
2º Enfatizar en los mecanismos que permiten detectar a unos
y otros, a un visual, de un auditivo o de un kinestésico. Al respecto, sabemos que
el movimiento ocular, por su estrecha vinculación al complejo neural, puede ser
un buen indicativo de cómo la mente procesa los estímulos que recepciona. Sí lo
hace más en una clave que en otra y sí al hacerlo, ubica dicho proceso en el
pasado, en el recuerdo, o en una instancia más bien construida o interiorista.
Con todo, como comentábamos antes, el movimiento ocular recibirá confirmación de
su correspondiente campo discursivo. Del uso de unos determinados verbos o frases
verbales según se apele más a la visión, el oído o el tacto. Al respecto, el siguiente cuadro os ayudará.
Detengámonos ahora en el movimiento ocular, movimiento que debe entenderse solo como guía indicativa de los procesos mentales. Asumiendo que estamos viendo a otro de frente, su izquierda es nuestra derecha:
Los ojos, arriba y hacia la izquierda, generalmente nos dicen
que la persona está recordando algo de manera visual. Como si dijera: -"¿vez la
imagen?"
Arriba y a la derecha, significaría que la persona
está imaginando o construyendo algo visual. Es el movimiento de ojos que
generalmente asociamos con la mentira.
Izquierda y horizontal generalmente significa que está recordando un sonido.
Derecha y horizontal significaría que está imaginando o construyendo un sonido.
Abajo y a la izquierda generalmente significa que la persona
está en un dialogo interno. Algo así como cuando piensa: -"no debería
haber hecho esto"; - "te lo dije"; etc.
Abajo y a la derecha significaría que esa persona esta
accediendo a una emoción o sentimiento profundo.