Como toda modalidad terapéutica,
para la PNL es clave determinar qué se mueve tras nuestras habituales formas de
comunicación. Sea que con éstas nos dirijamos a otros, escuchando y aportando,
o que nos dirijamos a nosotros mismos desde el diálogo interior. Esto porque en
toda forma de entender y entendernos, comprender y comprendernos (formas siempre
necesitadas de lenguaje), procedemos desde unas estrategias o modalidades que,
sí son observadas, pueden arrojar elementos significativos acerca de lo que
realmente sucede por detrás de lo expresado. Es decir, pueden indicarnos las
fuentes rutinarias y no-conscientes del descontento o el bienestar propio y
ajeno.
En efecto, todo lenguaje: primero pensado, luego hablado o
escrito, contiene siempre dos significados. Como representación
interior vinculada a una determinada experiencia psico-sensible: Experiencia
Primaria (EP) y como comunicación verbal externa y aprendida: Experiencia
Secundaria (ES). Pues bien, la vinculación de estos significados, es la que precisamente
se constituirá en la fuente de limitación o ayuda, descontento o bienestar a
los que apuntamos. Ello en cuanto la ES, hablada o escrita, mejor refleje la EP,
la inmediata al acontecimiento. Al respecto, tres son las herramientas o claves
determinadas por la PNL para verificar cómo esta relación puede enturbiarse o violarse,
es decir, no reflejar adecuadamente la vinculación entre EP y ES. Esos
mecanismos son:
a) Generalización: en ella, por medio de cuantificaciones y
presuposiciones, elementos de la EP llegan a representar en la ES categorías totales, absolutas.
b) Eliminación: en este caso, prestando atención selectiva a
ciertas dimensiones de la EP, al tiempo que otras son excluidas, la ES reduce
los acontecimientos a dimensiones manejables.
c) Distorsión: aquí, a través de lecturas mentales y
perdidas de concreción, la ES hace cambios profundos sobre la experiencia sensorial
correspondiente a la EP.
Un ejercicio quizá ayude a ver cuáles son las estrategias
desde las que pensamos y comunicamos. Suponiendo una EP conflictiva
cualquiera, luego, al tener que expresarla, lo haremos según los mecanismos
anteriores. De este modo podremos ver cómo la ES, lo narrado, al no terminar de
reflejar adecuadamente lo sucedido, puede producir posibilidades mental-emocionales
que van desde la evasión a la más dura de las frustraciones.
Experiencia Primaria: Un perro muerde a un niño de cuatro
años. Su padre, para quitarle el pavor intentará paulatinamente acercarlo
a otros perros…
Experiencia Secundaria: Ya adulto, aquel niño, podría narrar
aquella experiencia así.
- desde la Generalización: -:¡Es que todos los perros muerden…
por eso huyo de su presencia!
- desde la Eliminación: -: ¡Mi padre me enseñó a enfrentar los
miedos. Desde entonces, nada ni nadie me paraliza!
- desde la Distorsión: -: ¡Es que aquella mordida fue anticipo
de los conflictos que mi padre no me ayudó a resolver!
Tengamos en cuenta que el ejemplo no está dado para hacer
conjeturas, sino para entender sumariamente de qué hablamos. ¿Nos animamos
entonces a incursionar en nuestras formas ´de
decir`… y ´de pensar`.Como siempre. Podéis escribirnos o llamarnos:
c. Perpetuo Socorro 4, oficina 3 - 50006 Zgz
sergiolopezcastro.tf@gmail.com
616 02 38 22
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