lunes, 29 de febrero de 2016

Cartografiando emociones. Nuestros miedos (III)

De los llamados miedos intrapersonales, es decir, de los que -de modo objetivo o no- más directamente atentan contra nuestra intimidad o aquello que más queremos, nos detendremos hoy en los dos últimos. Recordando que siempre responden a una causa, se manifiestan según un patrón más o menos claro y tienen puntuales caminos de salida, sus esquemas son:

El ´esquema de la desconfianza`: originado en el abuso intencional, físico o emocional, es entendible que sus estrategias sean la inseguridad y el retraimiento. Por eso algunas de las personas presas del mismo o vigilan sin cesar a sus afectos, o los idealizan como a sus salvadores. Otras en cambio,  pueden entrar en cadenas de relaciones abusivas o maltrato. El remedio en estos casos, aunque sea duro, sugiere la necesidad de entablar relaciones solo cuando la autoconfianza sea mayor.

El ´esquema de la imperfección`: presente en las personas que tienen la sensación de no merecer amor, suscita humillación y vergüenza. Enraizado en la hipercritica y desaprobación de los demás: padres, tutores, maestros, etc. determina que las mismas acepten el ´veredicto` de los otros, capitulando y escondiéndose, o bien, mostrándose arrogantes o necesitados de la adulación ajena. Combatir tal esquema requerirá desafiar los pensamientos que nos llevan a dudar de nosotros mismos, pero sobre todo, aceptar que las personas que nos quieren lo hacen tal y como somos.

Y como os decíamos, en breve nos adentraremos en los miedos sociales, en los interpersonales. Por lo pronto, quedamos a vuestra disposición. Estaremos encantados de ayudaros.
Podéis llamarnos al 616 02 38 22, o
escribirnos a sergiolopezcastro.tf@gmail.com

miércoles, 24 de febrero de 2016

Cartografiando emociones. Nuestros miedos (II)

Continuamos hoy con la cartografía de nuestros miedos...
Decíamos que respecto al área intrapersonal -en concreto la que por íntima es donde más nos jugamos el bienestar propio y el de los seres queridos- hay una serie de esquemas o modelos operativos respecto a lo que realmente nos amenaza o pensamos puede sobrevenir como tal. Fue así que hablamos del llamado ´esquema del abandono`. Revisemos ahora, los restantes. 

El ´esquema de la privación`: originado en el hecho o la creencia de que nadie se fija en nuestras necesidades profundas, se manifiesta como hambre constante de atención, calidez y afecto. De ahí, el recurrente modo de disimular las propias carencias: o exigiendo de manera constante afecto y atención, o intentando agradar siempre y sistemáticamente. Casos en los que convendrá indagar hasta dónde -de forma saludable claro- se puede y debe ser indiferente a los demás. Esto en el sentido de que nadie -frente a necesidades como el respeto, la estima, la felicidad- puede ser mejor proveedor que nosotros mismos.Y por supuesto, aprender a expresar de manera equilibrada aquello que deseamos, teniendo en cuenta que los otros son solo compañeros de camino, por lo tanto, unos ´otros`a los que no hay que dar potestades que no corresponden.

El ´esquema del dominado`: hijo del control explicito o encubierto, engendra desconocimiento acerca de las propias preferencias. ¡Siempre se ha hecho lo que otros han decidido! Quien sea víctima de este esquema necesitará aprender a reconocer y comunicar asertivamente sus necesidades y deseos.

Pues bien, hasta aquí los esquemas más frecuentes de nuestros miedos íntimos. En breve terminaremos con ellos y entonces nos adentraremos en los miedos sociales, en los interpersonales. Y como ya sabéis, quedamos a vuestra disposición. Estaremos encantados de ayudaros.
Podéis llamarnos al 616 02 38 22, o
escribirnos a sergiolopezcastro.tf@gmail.com

martes, 16 de febrero de 2016

Cartografiando emociones. Nuestros miedos (I)

De entre las emociones digamos que problemáticas, el miedo y su particular variable: la ansiedad, en tanto cara y cruz de una única experiencia, son sin duda las más incómodas. De hecho, ante la amenaza que las determina, inquietud y zozobra se instalan invasivamente en nosotros. Por eso será tan importante saber cuándo hablar de una y otra. Solo cuando la amenaza es definida, estamos ante el miedo, o el pánico según sea el objeto al que temer. Pero cuando la amenaza es indefinida, cuando su objeto es un producto intrapsíquico, o lo que es lo mismo, solo existente dentro de nosotros (y ello también de manera bastante imprecisa) la cosa cambia. Estamos en este caso ante la ansiedad. Molestísima y extraña alerta ante intuidos peligros para lo que son nuestra identidad y autoimagen. De ahí su poder más inhibidor; ello por afectar precisamente a lo intelectual y cognitivo.

De todos modos no siempre la ansiedad es tan negativa. Muchas veces puede ayudar a afrontar las situaciones insólitas de la vida, o simplemente a registrar que el límite y la vulnerabilidad son parte de la naturaleza humana. En este sentido, estaríamos frente a la ansiedad causante del llamado estrés positivo. Con todo, toca detenernos en aquellos casos donde ésta sí se convierte en un auténtico problema. Precisamente por no comprender la persona, la causa de su malestar dado que su capacidad de juicio está siendo afectada. Entonces su emotividad se manifestará como la de alguien asustadizo e irritable, tendiendo a reducir al máximo sus relaciones interpersonales. Con lo cual vemos que quedan afectados tanto el plano íntimo como el social. El mundo de nuestro ´estar` con nosotros mismos, los amigos, la pareja, y el mundo de nuestro ´estar` más colectivo, menos individual.

Los estudiosos del tema suelen señalar cinco esquemas para cada área. Cinco ´formas del miedo` para el plano intrapersonal y cinco para el interpersonal. Formas que genéricamente identificamos como miedos, pero que sabemos aluden o son el germen de nuestras ansiedades. Dentro de la primer área, comencemos por el denominado ´esquema del abandono`. 

Enraizado en las pérdidas reales o simbólicas, produce tristeza y sensación de aislamiento. De ahí sus estrategias más firmes: agarrarse con fuerza a lo que tememos perder, no emitir quejas ni necesidades, e incluso abandonar las relaciones para evitar ser abandonados. ¿Qué remedio sugerir ante semejantes reacciones? Pues admitir que sentirse bien, aún en soledad, no es ningún contrasentido. Que ser felices de modo radical depende de una decisión personal. Pero en breve, más…

domingo, 8 de noviembre de 2015

¿Cómo empezar a construir una comunicación plena?

     Volvemos hoy, ya para terminar, sobre los presupuestos teórico-metodológicos de la PNL. Presupuestos con los que este modelo de comprensión (y a la vez relación de ayuda) del comportamiento humano, fundamentalmente quiere presentarse como efectiva herramienta comunicacional. ¿Por qué? Pues sencillamente porque toda ayuda o cuidado: social, educativa, sanitario-terapéutica, inter e intrapersonal, necesita sí o sí de niveles satisfactorios de comunicación.
     De ahí que, desde el círculo de bienestar que conforman CUIDADO - COMUNICACIÓN - COMPRENSIÓN, la PNL, en sus presuposiciones, concluya mirando a la gran aportación de la hipnoterapia de Milton Erickson (1901-1980). En efecto, a ello alude cuando sostiene que toda comunicación para ser plena, para cuidar y curar, debe comenzar por sintonizar con el otro con el que se produce el encuentro. Sintonía con un otro, pero también con su interpretación del mundo.
     Habla y hablamos entonces de rapport, del contacto que basado en la triple sintonía de lo emocional, lo psico-existencial y lo físico constituye la gran respuesta a la pregunta sobre cómo empezar a construir una comunicación plena. De este modo, con este derivado del antiguo verbo francés rapporter: verbo que literalmente significa llevar algo, a cambio de… estaríamos ante la dinámica relacional por la cual lo que enviamos, comunicacionalmente hablando, al otro, este nos lo devuelve. Dinámica imprescindible en el inicio de toda ayuda, ya que como intercambio de información será básica para optimizar la relación.
     Dicho esto, reparemos mejor en los elementos llamados a confluir en este contacto en sintonía. En primer lugar en lo emocional; en la positividad con que los interlocutores deben acoger el estado anímico del otro. Claro que atendiendo siempre al tipo de relación establecida. Así, no será lo mismo acogerse entre pares: amigos, hermanos, pareja que entre individuos vinculados jerárquicamente: padres e hijos, maestros y alumnos, jefes y subordinados. Con todo, el nivel emocional conflictivo o problematizador dado en el encuentro, nunca debería ser motivo de censura o minusvaloración.
     En segundo término, el rapport debe velar por un alto nivel de atención de lo que psico-existencial sucede en el encuentro, y de cómo eso que sucede se expresa. Es decir, tiene que ser sumamente cuidadoso, en el captar y respetar, la situación descriptiva y comprensiva en la que el otro está, se mueve y se dice. Toca aquí privilegiar el valor del lenguaje. Finalmente, tiene que ser capaz de decir, de un interlocutor a otro: soy como tú, puedes confiar. Desafío en el cuál, el acoplamiento físico (como gustaba decir a Erickson), el coordinarse como espejos uno y otro, va a ser fundamental. Se privilegia entonces la sintonía física, los cuerpos hablan desde la armonía.
     Sintetizando lo dicho, tres ideas a auto-decirnos al comunicarnos con el otro:
     a) Acepto y acojo lo que te afecta… tu rabia, tu dolor, tu miedo.
     b) Entiendo lo que dices, tu análisis y comprensión de lo que sucede.
     c) Soy como tú. Comparto tu estar físico, me acoplo a él, no me diferencio.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿Conviene o no, cuestionar nuestros esfuerzos?

Seguramente diríamos que en medio de todo proyecto, cualquier cuestionamiento significaría una perturbación. Por tanto, algo a evitar si realmente queremos seguir adelante con lo que nos hemos propuesto. Sin embargo, si recordamos que según la PNL ´todos contamos con los recursos necesarios para realizar los cambios deseados`, podremos comprender que las cosas no son así.

En efecto, si tenemos en cuenta que una vez instalados en el umbral de lo que creemos y deseamos como mejor, el cambio comienza a operarse por sí mismo, de dentro hacia afuera, retroalimentándose en ello, aceptación, recursos y confianza, es fácil ver que todo empeño mejorará en tanto y en cuanto lo hagamos revisable.´El esfuerzo positivo de una persona se mantiene constante mientras el valor y la adecuación de la conducta interna y/o externa sean cuestionados`, reza la PNL. Es decir, no hay progreso sin revisión. O lo que es lo mismo, que todo cambio, en el momento de su consecución requerirá hacer las preguntas adecuadas.


Preguntas que como problematizadoras, deberán tener en cuenta dos cosas. Primero, evitar ser absorbidos por la negatividad propia de la ansiedad por lo que viene, por lo que desconocemos. Negatividad que enrocada solo en la experiencia de lo limitante puede terminar por ahogar el cambio vislumbrado. Segundo, apostar por la positividad. Positividad que cimentada en el deseo que moviliza el esfuerzo, nos llevará a hacer cuestionamientos realistas, pero no paralizadores. Lúcidos, pero no derrotistas.

¿Lo que estoy haciendo es lo mejor que puedo hacer? ¿De qué forma puedo superar esta o aquella dificultad? ¿Cómo puedo mejorar lo que ya estoy realizando? ¿De qué otra forma podría desarrollar esto para que el resultado sea más sano y se ajuste mejor a mi deseo? Se tratará en definitiva, de aprender a problematizar inteligentemente nuestro esfuerzo ¿Cómo? Recurriendo fundamentalmente, a la hora de chequear el propio afán, a la dimensión ´deseante` antes que a la ´limitante`.