Puede pasarnos que, frente a una crisis -la estructural que hoy nos aqueja a todos o cualquier otra- nuestra reacción en principio sea la de la negación. Actuamos entonces, no queriendo ver lo que sucede, creando historias que justifican lo que pensamos. Historias destinadas a dar sentido a la inquietud. ¿Cómo? Pues generando estados emocionales anestesiantes de cara a esa misma incertidumbre.
Pero tarde o temprano, el entorno o la situación se encargarán de hacernos tomar conciencia, sacudiéndonos en nuestra manera de ver al mundo. Aparecen así el miedo y la parálisis. Y con ellos, el momento de distinguir el riesgo y el peligro al que nos exponemos si continuamos negando lo que sucede.
Solemos entonces caer en la cuenta de que muchos de los problemas que nos asolan ya estaban ocurriendo, que la crisis por lo tanto puede ser oportunidad para el cambio y la transformación, para soltar las amarras del miedo y de las historias que nos autocontamos. Para cambiar las creencias que nos están impidiendo entregarnos al fluir de la vida.
Aceptar el contexto presente -social y personal- será lo que nos permita descubrir en nosotros, nuevas necesidades e inquietudes, inéditas salidas... lo que nos permita emprender nuevos caminos. Pero claro ¿cómo trabajar todo esto? Te sugerimos tres pistas:
1º Aprender a formular adecuadamente nuestros objetivos, los que sean, desde los más simples a los más complejos.
2º Visualizarlos en el futuro, como si de pronto pintásemos el mejor cuadro posible para ellos.
3º Crear las condiciones sensoriales y emocionales propias a dichas visualizaciones. Es decir: ¿qué nos decimos, qué siente nuestro cuerpo cuando vemos que hemos logrado alcanzar los objetivos formulados?
En el fondo, tres claves: FORMULAR, VER Y SENTIR. Claves sobre las que la PNL ofrece un rico entramado de herramientas prácticas y efectivas. De las mismas os iremos contando en próximas publicaciones.
Quedamos como siempre a vuestra disposición.
Un saludo.
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