Al igual que el miedo y la rabia, la tristeza cumple una
función evolutiva. Frente a las situaciones de pérdida o el fantasma de la añoranza,
la hemos necesitado y la seguimos necesitando para sobrevivir. Aunque claro, no
todos nos enfrentamos a ella de la misma manera, de hecho algunas personas son
incapaces -hasta clínicamente- de resistir los embates de la vida. Con todo, la
mayoría somos suficientemente tesoneros de cara a la adversidad; incluso
algunos muestran una especial capacidad ante lo que para otros sería traumático…
acaso no conocemos o nos encontramos con resilientes a diario.
La tristeza en sí misma es un estado psico-físico complejo y
pertinaz. De hecho, cuando su señal de alarma suena, todos los rincones de
nuestra vida son afectados, haciendo de la existencia un camino árido y
solitario. En efecto, hoy sabemos que cuando irrumpe afecta a cerca de setenta áreas
cerebrales: las que procesan el conflicto y el aislamiento social, la memoria
y los centros de recompensa del cerebro, la capacidad de atención y las sensaciones
físicas, sobre todo inhabilitándonos para gestionar el gran o pequeño desastre
que ha golpeado a nuestras puertas.
Dice Elsa Punset [2009, Inocencia Radical] que en su cruda
esencia es un mecanismo defensivo ante el miedo a la perdida. Pero claro, de
primeras no lo vivimos así, porque cuando estamos tristes sentimos fundamentalmente
dolor. Dolor que vendría a expresar el anhelo de lo que fue o de lo que pudo
haber sido. Así, la tristeza -siempre más difusa que el dolor objetivamente causado
por esto o aquello- surge porque algo hemos perdido, o porque no hemos podido
encontrar aquello que hubiese podido colmar los deseos y vacíos de nuestras
frágiles vidas.
En breve, algunas líneas sobre las maniobras con que
intentar enfrentarnos a la misma…
Mientras tanto, escribidnos a llamadnos.
sergiolopezcastro.tf@gmail.com
616 02 38 22
Saludos cordiales.
Mientras tanto, escribidnos a llamadnos.
sergiolopezcastro.tf@gmail.com
616 02 38 22
Saludos cordiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario