domingo, 9 de agosto de 2015

Todos contamos con los recursos necesarios para realizar los cambios deseados...

Otro de los presupuestos fundamentales de la PNL sostiene que: todos contamos, dentro de ciertas posibilidades, con los recursos necesarios para realizar los cambios deseados. Un principio que para evitar malos entendidos, él mismo ya se encarga -con la especificación del ´ciertas posibilidades` (físicas y perceptivas dirá) de ubicarnos ante su sentido. Así, el presupuesto no alude a cualquier posibilidad, tan solo a las comunicativas. Específicamente a las que entran en juego al momento de todo cambio y particularmente de todo cambio que por deseado, orientamos hacia la eficacia.

Alude por lo tanto a las posibilidades encerradas en aquello que nos decimos y que incluso decimos a otros, como motor y sentido de esas variaciones que constantemente acompañan la existencia. En efecto, cuando nos planteamos la necesidad de ir más allá, o cuando la urgencia de modificar nuestro estado se hace impostergable, sin pensarlo demasiado estamos dando pasos hacia situaciones desconocidas. Situaciones que más allá de generar legítimas ansiedades, hablan de que estamos instalándonos en el umbral de una realidad que deseamos y creemos excelente y plena. De ahí que la aceptemos y hasta nos entusiasmemos con ella.

Pues bien, es entonces cuando el cambio comienza a operarse. Pero veamos que él mismo transcurre de dentro hacia afuera. Que primero sucede o acontece en nuestra mente. Y ocurre así, porque ´cambio` en tanto decisión y ´recursos` en cuanto favorecedores del mismo, pueden retroalimentarse positivamente a partir de la aceptación antedicha. Aceptación a la que, sin casi solución de continuidad, sucederá otra gran actitud: la de la confianza.


De este modo, con la aceptación y la confianza en curso, estamos ante los transmisores que permitirán que los sentidos de flexibilidad y apertura, tan necesarios a todo cambio, se activen. Por tanto, como actitudes comunicativas: en el sentido de lo que nos auto-decimos y decimos, éstas serán la argamasa, la condición sobre la que cada uno, con sus particularidades, edificará el propio proceso de transformación.