martes, 21 de abril de 2015

El mapa no es el territorio...

Para la PNL, en tanto labor de sistematización y síntesis de variados principios e instrumentos terapéuticos, hay una serie de presupuestos que, como su ´abc`, vienen a ser la referencia ´casi genética` sobre la que se constituyó como tal. A ellos queremos prestar atención a partir de hoy.

Así, el primero, el famoso: ´el mapa no es el territorio` quiere responder (metafóricamente) al hecho de que entre la realidad y nosotros no existe una relación directa, tal como sí la mente pudiera elaborar una copia exacta de lo que acontece fuera o dentro de ella. Por el contrario, entre ambos mundos existe la inevitable mediación de las interpretaciones y las representaciones. De las imágenes que precisamente dibujan, elaboran el mapa, de lo que es el territorio, la realidad.

Utilizada originalmente por Albert Korzybski (1879-1950) en Science and Sanity (1933), la frase se convirtió rápidamente en el eje de su ´semántica general`. Un constructo con el que pretendía mostrar que los seres humanos al momento de elaborar nuestra experiencia de mundo, estamos limitados cognitivamente por dos estructuras: la del propio sistema nervioso y la de la lengua. Estructuras determinantes de las abstracciones desde las que interactuamos con la realidad, pero también de nuestro confundir la lectura con el texto.

Pero volvamos a la expresión. Ante una situación vital, sea un acontecimiento o una cuestión intrapsíquica, hacemos una representación mental de la misma. Expresamos en imágenes y palabras lo ocurrido; trazamos un mapa. Por ejemplo, sobre un territorio o realidad como la muerte, podemos decir -a partir de la incidencia de filtros sociales y personales- que es algo imposible de superar, algo horrible o simplemente parte de la vida. Llegado el caso de la muerte real de alguien, el hecho activará el mapa, el propio trazado que hayamos construido.

Por lo tanto, pase lo que pase, la capacidad de leer de una u otra manera, correcta o incorrectamente lo acontecido sigue siendo nuestro particular poder. Somos nosotros los que podemos acercar más y mejor el mapa al territorio para hacerlo útil, fuente de bienestar en lugar de malestar.