lunes, 9 de junio de 2014

Cuando el silencio se hace Grande...

Hace un tiempo, en torno al silencio, ofrecíamos algunos hechos y palabras. Quizá un ofrecimiento redundante tratándose de un tema como este. Entonces, muy acertadamente, una de nuestras seguidoras nos recordó una película fascinante: El Gran Silencio (2005). Dirigida por el alemán Phillip Gröning, trata de la vida de los cartujos del Grande Chartreuse, el monasterio de referencia que la Orden tiene en los Alpes franceses. No es un film fácil. Austero, cercano a la meditación, a la vida en estado puro, sin música salvo por los cantos de los monjes, sin entrevistas... es quizá una de las puertas cinematográficas más logradas que al momento tengamos para percibir de lleno, lo que el propio trailer que os dejamos recoge como el sentido fundamental del silencio:

"Solo en el silencio más absoluto se empieza a oír. 
Solo cuando se prescinde del lenguaje se empieza a ver".


Pero sin duda, al hilo de la valoración que la película ofrece en referencia al silencio como condición de posibilidad ineludible para la interioridad, o si queréis para "un mejor desarrollo del cuidado de nosotros mismos y de los demás", pueden venirnos a la mente muchas otras referencias. Solo por mencionar una, y también por poner en paralelo a la experiencia occidental la oriental, recordemos la deliciosa: Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera (2003) del surcoreano Kim - Ki-duk. Otro modo de mostrarnos como el silencio puede ser aquella forma de entender y asumir la existencia que a veces buscamos a tientas.

Ambos films nos enseñan que solo en el silencio se escucha, solo en el silencio se ve... por eso, parafraseando la crítica que en su momento hiciera Javier Cortijo sobre la primera, podríamos decir que son: "pórticos rarísimos y sobrecogedores donde la rutina se convierte en gloria gracias al silencio que decide hacerse Grande".

Como siempre, quedamos a vuestra disposición.
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Un abrazo.