martes, 16 de junio de 2015

En la comunicación no hay errores, solo resultados...

Solemos creer que comunicar está relacionado con hablar, con transmitir un mensaje a través de un determinado lenguaje. Sin embargo, cuando la PNL postula que el significado de la comunicación está relacionado con el resultado de la misma, o lo que es lo mismo, que el resultado de la comunicación es la respuesta que obtenemos, nos está advirtiendo de lo errónea que puede llegar a ser dicha creencia.

En efecto, aunque hablar hablamos todos (de hecho desde que hemos aprendido a hacerlo difícilmente callamos), muy pocas veces comunicamos en el sentido propuesto. Algo que por otra parte toca con un hecho paradójico. ¿CuáL? Pues que la comunicación interhumana viene a cotizar en baja, precisamente cuando más la comprendemos como fenómeno y a la par existen unos medios a su servicio, inimaginables hace años.

Las razones de esta contradicción son complejas. Yendo desde lo insuficiente que puede ser el lenguaje en cuanto instrumento, a que las necesidades a comunicar de época en época van mutando. Pero pasando sobre todo, por el hecho de que cuando dos o más se encuentran, el contacto es siempre tangencial o secundario. Lo que allí se expresa son formas e imágenes prestadas, proyecciones más de lo que se quiere ser que de lo que realmente se es.

De ahí la necesidad de preguntarse siempre qué es lo que se comunica, cómo es la interacción que establecemos y cuánto queda por comunicar, o en todo caso por diferir o aparcar. No se trata de ´soltar` sin más lo pensado en aras de la sinceridad o espontaneidad (las más de las veces suele ser mortal decir lo primero que se nos ocurre), sino de ser previamente conscientes del mensaje que queremos transmitir, su finalidad y el resultado que esperamos obtener. Un cálculo que no tiene nada que ver con ser menos veraces u honestos.

Tener presentes estas preguntas nos permitirá ser más claros al expresarnos, a la vez que auténticos en cuanto a comprender que nos mueve a decir tal o cual. Condiciones necesarias para poder después evaluar todo el proceso comunicativo, ver adecuadamente sus defectos o aciertos y acompasarnos con sus efectos emocionales. En definitiva, para capitalizarlo ante comunicaciones futuras, similares o nuevas.

El secreto de que en la comunicación no haya errores, sino resultados, depende de aprender a poner entre paréntesis ´lo que pensamos` y ´como lo expresamos`.