domingo, 7 de octubre de 2012

Cuando el corazón calla... el cuerpo grita (II)

Leyendo nuestra última publicación, puede parecer que lo "corporal" al callar el "corazón", cobra independencia, llegando incluso a apoderarse de nosotros. Sin embargo, no es eso lo que decimos. Ello, porque aún las caricias que parecen brotar de las manos, realmente donde nacen es en nuestro cerebro. Algo que en el fondo es fácil presumir; aunque ya no lo será tanto, explicar cómo en ese cerebro nuestro, acontecen las emociones.
Pues bien, para eso, lo primero que debemos admitir es que los cien billones de neuronas apelotonadas en el cráneo humano es imposible que no tengan un impacto brutal sobre la vida. Sabemos que nos movemos, reímos y lloramos gracias a ese entramado neuronal casi infinito. Todo está allí, las ideas, las invenciones, pero también las emociones que nos ocupan.
Traspasado el umbral de las funciones básicas y automatizadas de la vida -el respirar, el latir del corazón- el cerebro funciona regido por los patrones de la supervivencia y el placer. Así, cuando los estímulos externos se presentan ante nuestros sentidos, su primer interlocutor en nuestro interior es una parte arcaica y compleja del cerebro: el llamado sistema límbico, precisamente la fuente primera de nuestras emociones.
Éste va a ser el tribunal encargado de decidir, qué es, o qué no es, seguro o placentero. Él es el que decide si conviene, o no, dejar cruzar esas toneladas de información procedentes del exterior, hacia las zonas más conscientes de la mente. Allí es donde, de manera reactiva, efectiva y rápida, pero sin ninguna sutileza, el cerebro nos ordenará a voz en grito, la única estrategia que conoce: "¡Huye o ataca!". Estamos ante el mundo simple y aplastante de las emociones: la tristeza, la ansiedad, la rabia... Sólo aquello que no nos desconcierte, aburra o asuste, logrará entrar en el territorio de la consciencia más racional.
Hasta aquí entonces, una primera y simple aproximación a la operatoria de nuestra mente en lo que hace a lo emocional. En breve seguimos con nuestra indagación.

Y como siempre, os recordamos que podéis escribirnos o llamarnos a:
c. Perpetuo Socorro 4, oficina 3, 50006, Zaragoza
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Os dejamos un saludo cordial.

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